LAS PALABRAS DE FULGENCIO
Hace ya varios años que contamos con Fulgencio Sánchez
en el claustro de profesores del Sagasta. Llegó silencioso y discreto, pero ha
ido haciéndose notar poco a poco. Empezaron a llegar noticias de que decía
palabras raras en clase. Era largas y sonaban a exóticas. Sempiterno fue la
primera. Del mismo modo los ratos de descanso en la sala de profesores del
edificio B se empezaron a llenar de vocablos que todos coincidimos en llamar
bonitos. Basculaban entre lo culto y la antiguo. Lo culto nos llevaba a sus
lecturas de lo clásico y lo antiguo a su Salamanca natal para recordarnos mundos que van desapareciendo y el día que dejen de utilizarse completamente, esas realidades habrán muerto.
Los alumnos no acaban de entender que una palabra
pueda ser bonita y quizás tengan razón. Las palabras son mucho más que bonitas.
Son mundos que se abren ante nosotros. Por eso hemos decidido recoger algunas
de las perlas con las que nos ilumina.
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