sábado, 10 de octubre de 2020

LAS PALABRAS DE FULGENCIO

 

                                                              ZARAMPLÍN

Sustantivo masculino. Esta palabra es de uso coloquial se dice a una persona frangollón, chapucero, inhábil, inepto, torpe, remendón, incapaz, chafallón, chambón, desmañado, incompetente y poco arte, habilidad o destreza en una profesión, trabajo, oficio, quehacer o alguna actividad especial. Despreciable, pelagatos, pobretón, mísero, paria o pinchaúvas.

Es curioso como las definiciones pueden ser mucho más duras que lo que sugiere el sonido de las palabras. En mi mente zarramplín suena a cariñoso. A la condescendencia con que un padre miraba al hijo que va con él a aprender las labores del campo o de un oficio.

Estas son las reflexiones de un periodista de La verdad de Murcia sobre la palabra que traemos hoy:

Situada en la última vuelta del diccionario, junto a términos tan huraños y desapacibles como los de la familia de ´zarrapastroso´, si le acercamos el oído nos sonará a vocablo entretenido y juguetón, que nos inquieta con su inicio brusco y arrastrado, pero acaba con un alegre y nítido plin que lo abre a la imaginación. Oyéndolo, nos preguntamos si no será ´zarramplín´ nombre aplicable al niño inquieto y manifacero que corre, salta y todo lo toca, pero con una gracia juguetona que encanta a padres, abuelos y demás familia. Pero tampoco desdeñamos que dé nombre al contorsionista, volatinero o payaso que alegra con su animado trajín la función del circo. Y no nos extrañaría que fuera el joven despreocupado y bohemio, un tanto pícaro, que alegra las fiestas, trabaja poco y con menos se mantiene, aunque lo encontramos en todas las salsas.
Pero abandonemos toda esperanza porque, si lo examinamos bien, nada de este espíritu desenfadado y lúdico encontramos dentro de ´zarramplín´. Bajo su son cantarino está el pelagatos, el pobre diablo, el donnadie que a nadie hace gracia y nadie lo considera ni lo acoge. Y si no hay bastante con esto, vemos cómo cuelga la etiqueta de ´zarramplín´ sobre el hombre patoso y chapucero, que muestra escasa habilidad en su profesión u oficio. Y finalmente, notamos que las obras del tal son, naturalmente, ´zarramplinadas´, chapuzas y ocurrencias sin pies ni cabeza, que poco agradan.
Vean, pues, que del dicho al hecho a veces media un gran trecho; aunque a nosotros plin, porque no.

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