jueves, 5 de marzo de 2020

CIENCIAS



Mónico Sánchez Moreno nació el 4 de mayo de 1880 en Piedrabuena, un municipio de Ciudad Real, al menos en la actualidad, en el seno de una familia sin grandes recursos económicos, aunque su madre insistió en que tanto él, que era el menor, como sus hermanos, fueran al colegio.
Pero ninguno de los cuatro llegó a terminar nunca el colegio.
Sin embargo a Mónico, con 19 años, le picó el gusanillo de la curiosidad y decidió vender la tienda que había montado en el pueblo de San Clemente e irse a Madrid con la intención de estudiar ingeniería eléctrica.
Por supuesto sin haber acabado sus estudios básicos pronto tuvo que enfrentarse con la realidad de que jamás lo iban a dejar entra en la Escuela de Ingeniería Industrial, aunque acabó por encontrar un curso de electrotecnia por correspondencia –en inglés– que prometía enseñar todo lo posible sobre la electricidad.
Así que se puso a hacer el curso –y a aprender el inglés necesario sobre la marcha– de tal modo que Jospeh Wetzler, el autor, acabó por recomendarle que se fuera a acabar sus estudios a Nueva York, el mismo Nueva York en el que se libraba la guerra de las corrientes entre Tesla y Edison.
Una vez allí no sólo acabó con provecho sus estudios sino que fue capaz de diseñar unos generadores de alta frecuencia de un tamaño tan reducido que a su vez le permitieron fabricar aparatos de rayos X portátiles que se popularizaron rápidamente; la misma Marie Curie y el cuerpo de voluntarios que formó a tal efecto recorrieron los campos de batalla de la primera guerra mundial con unidades de rayos x de Mónico Sánchez montadas en camiones que salvaron sin duda miles de vidas.
Con el dinero conseguido fundamentalmente con las ventas de esos aparatos Mónico Sánchez decidió volver a España para probar suerte aquí, y montó en Piedrabuena el Laboratorio Eléctrico Sánchez, donde aparte de fabricar aparatos para su venta montó una central eléctrica que convirtió a su pueblo en uno de los primeros –sino el primero– de toda España en estar totalmente electrificado.
La empresa de Mónico Sánchez también fabricó aparatos para ser utilizados en colegios, institutos y facultades a la hora de enseñar física y algunas de sus aplicaciones, aparatos que en muchos casos aún sobreviven en perfecto estado de funcionamiento.
Este libro no es una biografía exhaustiva al uso, ni de hecho es demasiado largo, pero se lee con gusto, aunque personalmente hay algunas peroratas sobre temas políticos que me sobran un poco, y es una magnífica introducción a este increíble y asombroso personaje.

                                          El IES PM Sagasta tiene una máquina como ésta

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